lunes, 3 de febrero de 2014

ORGULLO



Orgullosa de ser armenia, de haber ido a colegio armenio, de hablar el idioma, de escuchar al “gordo” Arturo y de haber bailado durante 11 años. Es el sentir, el vibrar que hay en mi interior, el enternecimiento que hay en mi corazón, morirme de ganas por volver a Armenia.
Con la danza pude transmitir mi sentir: delicadeza femenina, coreografía, y pasión y amor al arte al subir al escenario.
Se me eriza la piel cuando escucho la música: esa melodía, ese palpitar que tienen los acordes.
Cada 24 de abril tengo presente la historia, mi historia. Es la que le paso a la mayoría de la colectividad, la que les paso a mis abuelos. Ellos escaparon le genocidio perpetrado por los turcos dejando 1.500.000 de victimas. Arribaron al país con una mano adelante y la otra atrás, y sin idioma ni cultura.
Recuerdo a mi abuela materna con los ojos llenos de lágrimas contándome historias, a mis padres enseñándome el idioma y las tradiciones, al colegio por los pequeños pasos de danzas y a la música por hacerme erizar con cada canción.
En julio del 2002 cumplí uno de mis sueños: haber viajado al país. Es la alegría de caminar por las calles y ser uno mas, ver cómo la gente me acogía como uno de los suyos sin reparos, la comida casera, es entrar a cada Iglesia y sentir el cristianismo en mi sangre, es la emoción de ver el Ararat, de bañarme en el Lago Sevan, entrar a Etchmiadzin e ir al Monumento de Genocidio. Estar en BS.AS. y llorar por  haber vivido a experiencia y ponerme como meta volver. Hospitalidad es la cualidad y la mejor descripción.
¿Qué es ser armenio? Es ese sentir que uno tiene por la música, el idioma y las costumbres. Yo estoy orgullosa de tener el apellido y este origen.
Ser Armenia no es saber el idioma, ni la cultura, ni respetar las tradiciones, ni saber bailar. La identidad pasa por lo que uno siente, y en mi sentir predomina todo lo mencionado. Ser armenio es una decisión, es un orgullo.