Ser periodista significa acercarse más que nadie a la realidad, recorrer todos sus rincones ocultos, ensuciarse las manos con ellas.
Con el correr del tiempo el periodista comprendió que lo de hacer preguntas no es simplemente el método de trabajo de un reportero, que realiza sus investigaciones modestamente con una libreta y un lápiz en la mano, sino un modo de ejercer el poder. Periodista no es aquel que pregunta sino aquel que tiene el sagrado derecho de preguntar, de preguntarle a quien sea lo que sea. Su poder va más allá que el de preguntas: se basa en el derecho de exigir respuestas.
El político depende del periodista. ¿Pero de quien dependen los periodistas? De los que pagan. Y los que pagan son las agencias publicitarias, que compran de los periódicos el espacio y de la televisión el tiempo para sus anuncios.
Las agencias periodísticas, los asesores, los diseñadores, dictan la norma de belleza física a la que obedecen las ramas de la imagologia. Los sondeos de opinión publica son el instrumento del poder imagologo. El imagologo bombardea a la gente con preguntas.
Volviendo a lo anterior: si el político depende de los periodistas, ¿de quien dependen los periodistas? De los imagologos. El imagologo es un hombre de convicciones y de principios: exige del periodista que su periódico responda al sistema imagologico de un momento dado.
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