El ACV es
un accidente cerebrovascular, es una interrupción del suministro de
sangre a cualquier parte del cerebro, ya sea por rotura de los vasos, o bien
por oclusión de estos y que origina una serie de síntomas variables en función
del área cerebral afectada.
Si se detiene el flujo sanguíneo durante más de unos pocos
segundos, el cerebro no puede recibir sangre y oxígeno. Las células cerebrales
pueden morir, causando daño permanente. Es una causa muy frecuente de muerte y la primera causa de invalidez en los adultos.
El cuadro clínico es variado y depende del área encefálica
afectada. Ataca a cualquier edad.
El 29 de octubre se conmemora el Día Internacional del ACV.
Cuatro de cada 10 porteños desconoce los síntomas de la
enfermedad. La importancia de la detección y la atención tempranas. Un
accidente cerebrovascular se produce cada cuatro minutos en la Argentina donde unas
2.300 personas mueren por año a raíz de la afección.
Los síntomas generalmente se presentan de manera súbita y
sin aviso o pueden ocurrir a intervalos durante el primero o segundo día.
Síntomas mas frecuentes: pérdida de fuerza en un brazo o una
pierna, o parálisis en la cara; dificultad para expresarse, entender lo que se
le dice o lenguaje ininteligible (afasia); dificultad al caminar; pérdida de
equilibrio o de coordinación; mareos; y dolor de cabeza brusco, intenso e
inusual.
La mayoría de las veces se presenta con dolor de cabeza.
Este comienza repentinamente y puede ser intenso, al estar acostado y empeora
cuando se cambia de posición o cuando se agacha, hace esfuerzo o tose.
Si se esta frente a una persona que tiene síntomas del ACV, pídale
que haga lo siguiente: que sonría exageradamente mostrando los dientes (podrá observar como un lado de la cara desciende o no se
mueve), con los ojos cerrados levantar ambos brazos (uno de los brazos cae
hacia abajo o no se mueve) y que diga frases sencillas (dirá incoherencias o no
podrá habla).
Para reconocer los síntomas tratar
de recordar lo siguiente que son las “5 C”: la señal del “cuerpo” se
manifiesta al sentir la mitad débil, dormida o paralizada, sobre todo cara,
brazos y piernas. La “confusión” para hablar o entender. La “ceguera” se
expresa en la visión borrosa o en su pérdida repentina. La de la “caminata” se
advierte al no poder avanzar o en la pérdida del equilibrio. Y la de la
“cabeza” como el lugar en el que puede registrarse un dolor severo, repentino y
persistente.
La causa más frecuente de esta enfermedad es la pérdida del
lenguaje, porque generalmente afecta al hemisferio izquierdo del cerebro donde
se encuentran la expresión y comprensión del lenguaje. La cantidad de personas
afectadas por ACV en Argentina es de 100 mil, en donde el 21 % padece afasia.
La afasia es la pérdida total o parcial del lenguaje causado
por una lesión cerebral. Las personas pierden la capacidad de expresión y
comprensión, por lo que pueden tener dificultades para encontrar las palabras
tanto para hablar como para escribir. Como se ve en el caso de Verónica
Perdomo, los afásicos pueden alterar los sonidos y letras en las oraciones, por
eso se le nota un leve acento extranjero al hablar o incluso se la oye repetir
siempre las mismas palabras.
Los pacientes deben llegar al hospital dentro de un período
de tres horas después del comienzo de los síntomas.
El tratamiento depende de cuán grave fue el accidente
cerebrovascular y qué lo causó. La mayoría de las personas que lo padecen
necesitan hospitalización.
Prevención: controlar la tensión arterial, el colesterol y
la diabetes; evitar tabaco y alcohol; realizar ejercicio físico; evitar el
sedentarismo, el estrés, la depresión; y tener una dieta saludable.
El 25% de los pacientes que sufren un accidente cerebrovascular fallecen en los primeros 30 días, una porción similar sobrevive pero queda con secuelas severas, otro tanto con moderadas y el último cuarto sólo registra secuelas leves o de ningún tipo.
El 25% de los pacientes que sufren un accidente cerebrovascular fallecen en los primeros 30 días, una porción similar sobrevive pero queda con secuelas severas, otro tanto con moderadas y el último cuarto sólo registra secuelas leves o de ningún tipo.
Entre las huellas que puede dejar en el cuerpo un ACV se
inscriben las motoras (debilidad en los miembros) y los trastornos visuales,
del lenguaje o la deglución (problemas para tragar).
El objetivo del tratamiento después de un accidente
cerebrovascular es ayudarle al paciente a recuperar la mayor funcionalidad
posible y prevenir accidentes cerebro basculares futuros.
El tiempo de recuperación y la necesidad de tratamiento a
largo plazo es diferente para cada persona. Los problemas para movilizarse,
pensar y hablar con frecuencia mejoran en las semanas o meses después de un
accidente cerebrovascular. Muchas personas que han tenido un accidente
cerebrovascular aún seguirán mejorando en los meses o años después de éste.
Un claro ejemplo de que se puede salir adelante es de la
modelo Verónica Perdomo. En 2009 sufrió un accidente cerebro bascular. En uno
de sus viajes comenzó a sentir dolor de cabeza y fiebre. Cuando regreso a
Buenos Aires perdió la visión de un ojo y todo derivó en un ACV. Luego de haber
salido del coma tuvo que aprender a hablar, escribir y a mover su cuerpo. Después
de un largo periodo de haber estado internada, de a poco se va recuperando.
Claramente es un ejemplo de vida.