El principal motivo que provoca una resequedad de la piel en
invierno es principalmente el frío que causa una contracción de los vasos
sanguíneos disminuyendo la irrigación de la piel, los sistemas de calefacción
que aumentan la sequedad del ambiente y también de nuestra piel. El agua
caliente de la ducha, el exceso de ropa y la disminución en la cantidad de agua
que se ingiere diariamente ayudan a deshidratar la piel.
La falta de hidratación incrementa la sequedad. La deshidratación
es un estado cutáneo que depende de muchos factores (clima, ambientes cerrados,
cosméticos mal adaptados, etc) que se traduce en la imposibilidad de la piel de
conservar el agua que recibe. No importa el tipo de cutis ni la edad que tenga
la persona, todos podemos sufrir de deshidratación cutánea y lo más importante
es que es un estado reversible.
Regla de oro: una buena higiene. Limpia y desmaquilla el
rostro dos veces al día, mañana y noche, es primordial. Aunque llueva, haya
viento o sol, la piel tiene que estar purificada y tonificada antes de se
hidratada.
Como detectar una piel deshidratada: tirantez en pómulos y
comisuras labiales, disminución de elasticidad. Maquillaje con aspecto
quebradizo y rostro sin resplandor.
Métodos: aplicar un tratamiento revitalizante, hidratar la
piel con productos ideados para esta problemática, impedir la perdida de agua,
disminuir la tirantez en zonas localizadas y evitar descamación.
En invierno, al igual que el resto del año, hay que prestar
atención a la radiación solar y la protección de la piel. Tips: utilizar cremas
o emulsiones que contengan factor de protección solar. Al colocar el protector
prestar atención a las zonas que suelen quedar expuestas: rostro, labios,
orejas, nuca y manos. Utilizar el FPS inclusive los días nublados, ya que las
nubes dejan pasar el 85% de las radiaciones UV y aplicarlo siempre 20 a 30 minutos antes de la
exposición, para que penetre en la piel y los filtros alcancen su mejor efecto
de protección. Utilizar sombreros y/o pañuelos y lentes de sol con filtro UV
para prevenir problemas oculares. El frío y el viento resecan la piel, lo ideal
es hidratarla siempre con geles o emulsiones postsolares primero y luego
aplicar una crema o emulsión hidratante.
También como método se encuentra el Peeling. Renueva la piel
de la cara a partir de diferentes ácidos que necesitan de la ausencia del sol
para lograr los mejores resultados.
Elegir cremas adaptadas con texturas ricas, preferentemente
en invierno, ya que nutren la piel. Aplicar mascarillas hidratantes,
nutritivas, regenerantes, dos veces por semana. Los activos beneficiosos
reparan la piel y la preparan para afrontar las agresiones externas.
Todo producto de tratamiento debe aplicarse en cara y cuello
perfectamente limpios - mañana y noche - se maquille o no. Aunque el maquillaje
sea hidratante, antes, se debe usar una crema de base. Utilizar cremas
hidratantes, una vez al día, sin importar la edad o tipo de piel. Recordar que
la efectividad nace en la constancia y, para ello, se deben usar productos que
sean agradables además de efectivos. Utilizar cremas que conserven la humedad a
lo largo del día (eficacia 24hs)
Evitar jabones agresivos, agua muy caliente o baños muy
prolongados, aguas pesadas o muy calcáreas y ambientes cerrados y calefaccionadas.
Algunas cremas hidratantes deben aplicar a primera hora del
día para que actúe mientras nos movemos, como por la noche antes de acostarnos.
Deberemos ser
constantes en la aplicación de esta crema si queremos obtener
los resultados esperados.
No olvides cuidar tu piel día a día aplicando productos de
exfoliación suaves para el uso diario; también es recomendable usar mascarillas
una vez a la semana, o dos veces al mes. Este tipo de mascarillas nutren la
piel a profundidad aportándole belleza y vitalidad.
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