Otro año
que se va: hechos vividos, felicidad, tristeza, vivencias, sueños, proyectos
cumplidos. 365 días de haber vivido; es increíble como pasa el tiempo. Llegar
al final de cada año nos predispone para hacer una revisión de lo acontecido.
No siempre tenemos conciencia de que en cada segundo del año que trascurre hay
un sinfín de sucesos que pueden surgir y marcar o crear cambios significativos
en nuestras vidas.
Al ir pasando el día, al estar trabajando, hablando con
gente, viendo los planes presentes, los futuros, lo errores cometidos, las
áreas que hay que mejorar, los problemas por conquistar, las éxitos efímeros,
las barreras por derrumbar, las decepciones, el volverse a levantar, intentarlo
de nuevo otra vez, inmortales pendientes y ese eterno deseo de quererlo hacer
todo mejor.
Es asombroso lo rápido que pasan los días. Y todo lo que ocurrió:
cosas para recordar y otras para olvidar, esas charlas con amigas, vivencias de
mis padres, los cumpleaños, las cenas en familia.
Uno piensa que se pueden concretar en días lo que no fue
posible durante meses: un proyecto laboral, un encuentro afectivo, concluir
tareas pendientes, ordenar cuestiones, tomar decisiones importantes, asumir
riesgos o hacer elecciones. Si estas cuestiones fueron postergadas, la
compulsión de cerrarlas puede derivarse del temor a evadirse, a repetir
comportamientos viciados, que nos dejaron vacilantes, inoperantes, indecisos o
paralizados. Si se logra concluirlas, el fin del año funcionó a favor nuestro,
en la dirección de nuestro deseo.
Por eso digo que aunque algunos años parezcan ser muy malos
pueden dejarnos muchas experiencias que nos ayudaran a crecer y ser mejores,
toma lo bueno del año que se va y lo malo déjalo atrás. Tratemos de ser felices
con las pequeñas cosas, con los pequeños gestos: en abrazo, un “te quiero”, un
llamado, una caricia, un beso, una risa. Es esto lo que me llena el día-
Cada vez que nos ponemos un objetivo por delante, de alguna
manera nos ponemos “vida”, de alguna manera nos alineamos con la esperanza;
cada vez que un nuevo objetivo surge en nosotros, es como respirar profundo y
reanimar las energías y la voluntad de ponernos “en marcha”. Quizá no siempre
el mes de diciembre sea el más oportuno para los balances, ya que trae en sí
mismo muchas emociones relacionadas con los afectos personales.
Las fiestas navideñas y de fin de año, los encuentros y los
desencuentros, las llegadas y las ausencias de las personas que
constituyen nuestros afectos impregnan nuestros recuentos y esto nos impide ver
con mayor nitidez aquellos aspectos que deberíamos considerar. Que en estas
fiestas la magia sea tu mejor traje, tu sonrisa el mejor regalo, tus ojos el
mejor destino y tu felicidad mi mejor deseo. La vida
no ha dejado de enseñarme que uno siempre puede ser un poco más feliz si te lo propones.
Agradezco de corazón a todos mis amigos por haberme brindado su amistad y apoyo
en los momentos que más lo necesitaba. A mi familia por siempre estar junto a
mí incondicionalmente. Que todos tengan un año nuevo lleno de esperanza. En
definitiva el tiempo es tiempo y, en él, nuestras tristezas, alegrías,
logros y frustraciones son una suma de instantes que se modifican
constantemente con el devenir de nuestra propia vida. Por eso empecemos el año
en positivo y con la fe de que va a ser un año mejor que el que se fue.