Desaparecen los horarios y las rutinas. Ya no hay tanto
control sobre lo que se come y aumentan los “permitidos”. Deambulan los
vendedores de choclo, rabas, churros y la jarra de clericó. Se vuelve común almorzar en la playa, el
río o la pileta, al aire libre; y
en estas ocasiones la "heladerita" se convierte en una verdadera
aliada para quienes buscan opciones mas económicas.
Si me voy de
vacaciones, ¿Por qué me tengo que cuidar? ¿Como voy a estar y disfrutar del
descanso sin las comidas clásicas de los lugares de veraneo?
Pero los nutricionistas advierten: si se eligen los
alimentos menos saludables pero que están al alcance, en 10 días de vacaciones
el cuerpo puede recibir 20.000 calorías mas de las que necesita y engordar
hasta 4 kilos. Si la persona no tiene el hábito de cuidarse, la lucha con las
calorías se inicia en el mismo viaje de parida.
En los lugares turísticos aún no se transformó la
oferta de comida saludable. Sumado a esto, uno le dedica menos tiempo a cocinar
y a hacer compras, por ende, se ingieren comidas con alta concentración de
grasas.
Un adulto necesita unas 2.000 calorías por día y un niño la
mitad. Pero en vacaciones se cambia la cantidad y la calidad de los alimentos.
El atracón diario puede comenzar en el desayuno buffet que
ofrecen los hoteles. Después llega el almuerzo: la hamburguesa con las papas
fritas y las gaseosas, la merienda con mate y facturas o bizcochitos. Muchos
están en la playa con la picadita y la cerveza y a la noche la cena. Cada
ración puede tener unas 1.000 o mas calorías. El cálculo da unas 4.000 calorías
diarias, el doble de las que necesita el cuerpo.
El aumento de peso dependerá de la actividad física y la
salud de cada persona, pero el atracón dejará huellas. Una vez finalizado
el merecido descanso, vuelve la rutina y hay que cuidarse con las comidas.
También es un riesgo comprar comida a vendedores ambulantes
y en los paradores, ya que muchos alimentos no cumplen con la cadena de frío o
están mal conservados. Es preferible llevarse la heladora con bebidas,
frutas y algo para el mediodía antes que comprarlo en la playa.
Una solución podría ser en moderar las porciones y
combinarlas mejor.
Algunos consejos: elegir 2 facturas en lugar de 4, tomar
mucha agua, comer frutar y tratar de que en las comidas hayan vegetales. Si te
tentás con una picada, usa menos quesos duros y embutidos. En lugar de ellos
tratar de comer zanahoria y apio. Ponerle límite a las harinas, a la gaseosa y
el exceso de alcohol. Elegir porciones chicas. Evitar combos abundantes con
fiambres y embutidos. La costa se puede usar como “excusa” para ingerir pescado
fresco.