jueves, 8 de diciembre de 2016

SER INSEGURO



Cualquier persona puede sentirse insegura, en especial en situaciones que no sabe bien como manejarlas o qué hacer.
No obstante, hay quienes que de forma casi permanente sienten inseguridad. Esto se manifiesta de manera constante, persistente y es parte de su personalidad. Prefieren lo malo conocido a lo bueno por conocer y suelen aferrarse a esto para evitar la inquietud ante toda situación novedosa.
Son personas que requieren elogios y atención que les gusta rodearse de bienes materiales para sentirse protegidos, buscan la aprobación de los demás, no aceptan la crítica ya que lo consideran que están en contra de ellos, no soportan la derrota, no tiene confianza en su valía y capacidades, carece de confianza en sí mismos u otros, disimulan lo que sienten, prefieren recibir órdenes de otros.
También es frecuente la dificultad para tomar decisiones por dudar de sus propias capacidades, sufren mucho y casi siempre en silencio. Postergan decisiones, temen a las consecuencias de su resolución, no suelen arriesgarse, necesitan ser aprobados por las personas que los rodean y tienden a establecer relaciones de dependencia. Se desenvuelven mejor en ámbitos en donde predominan mas los aportes de ideas que la toma de decisiones o las expresiones emocionales. Suelen tener temor al interactuar con otras personas.
Esconden lo que considera un defecto, o sea, su propia inseguridad. La inseguridad suele evidenciarse ante las relaciones sociales, laborales y de pareja. Puede tener orígenes psicológicos y/o físicos. Puede promover estados de timidez, paranoia y aislamiento social.
Los niños criados en un ambiente de excesiva sobreprotección suelen desarrollar sentimientos de inseguridad y dependencia, con poca confianza en sus propias habilidades, dudan de su propio criterio para elegir y tardan mas en aprender a tomar decisiones por sí mismos. Algo similar les ocurre a los niños criados con muchas críticas y reproches, ya que tienen un temor exagerado a equivocarse por los altos niveles imperantes de exigencia y perfeccionismo. También los niños abandonados emocionalmente suelen crecer con la vivencia de que valen poco, que no son escuchados o tenidos en cuenta por lo cual la autoestima suele ser muy baja.
Los que se sienten seguros tienen fe, creen en ellos mismos, aprovechan esta oportunidad que tienen de vivir y se arriesgan, porque intuyen que vivir tiene un significado y que todo lo que hacen puede tener una consecuencia que los trascienda.
Hacer lo que de verdad quieres hacer es clave para no paralizarte. Un consejo es rodearse de personas positivas y que no te cuestionen.
La inseguridad puede ser superada. Se necesita tiempo, paciencia y una comprensión gradual de que el valor propio es puramente una cuestión de perspectiva. Hay muchas formas de afrontarla, por ejemplo, con ejercicios de meditación, valorarte a ti mismo y cambiar los pensamientos negativos por positivos.