El ser humano es un ser
social al que le resulta imprescindible para mantener una buena salud física y
emocional. De hecho, estamos diseñados para no vivir solos: desde que nacemos
precisamos de la familia, después de la escuela, del trabajo o de una pareja.
Quien se siente solo se
siente anímicamente asfixiado a diferencia de quien elige estar solo (en base a
sus propios recursos internos) y así demuestra una mayor solidez emocional.
La soledad es una sensación
de aislamiento que nos lleva, en la mayoría de los casos, a una tristeza
profunda. Cuando no es deseada puede llegar a ser dolorosa, autodestructiva,
angustiosa y provocar enfermedades (depresión, obesidad, hipertensión, infarto).
Es la dolorosa percepción de que se carecen de contactos emocionalmente
significativos con los demás e implica el anhelo de ser querido o necesitado
por alguien. Por ser una sensación subjetiva una persona puede estar rodeada de
gente e igual sentirse sola.
La falta de vínculos de
cariño y aceptación en los primeros años de vida puede contribuir en una
dolorosa soledad. No siempre resulta saludable amanecer solo, pasar el día
entero sin intercambiar unas palabras con un otro y meterse a la cama de nuevo
solo.
Mucha gente experimenta un
sentimiento de vacío casi insoportable cuando está sola. La obsesión por estar
todo el día haciendo cosas y la preocupación de tener siempre ocupados los
espacios de nuestro tiempo libre demuestra que nos cuesta estar solos.
A quien tiene poca confianza
en sí mismo o ha tenido malas experiencias le resultará difícil juntarse con
otros. Suelen “optar” por la soledad o no pueden o no quieren establecer nuevas
amistades o vínculos sentimentales. Otros, en cambio, deciden tener una actitud
de sumisión a fin de recibir afecto y compañía.
El sentirse solo altera el
sistema inmune a nivel genético; es algo que eleva el riesgo de sufrir
enfermedades como males cardíacos, infecciones y cáncer. El estado anímico
tiene relación con el sistema inmune. El impacto biológico de la soledad se
mete dentro de los procesos internos más básicos del organismo, en la actividad
misma de nuestros genes.
Desde el punto de vista de la
psicología, al sentimiento de la soledad se lo consideró como un posible
síntoma de depresión. Esto es cierto, pero tampoco implica que toda persona que
se sienta sola esté necesariamente deprimida, ya que pueden haber otras
causas.
Las personas con escasa
interacción social o falta de amigos poseen mayor riesgo de padecer
enfermedades, sobrepeso, problemas con el alcohol, fuman y no suelen realizar
actividad física. Aislarse genera trastornos psicológicos, mala salud física y
persistentes estados de ansiedad. El tener sólidas relaciones personales
resulta imprescindible para llevar una vida saludable.
La tecnología “ayuda” a este
aislamiento. Muchos están desde su pc y/o celulares chateando. Esto genera
amigos virtuales, a realizar compras y gimnasia; no aporta mucho a la
sociabilización.
La soledad y el aislamiento
no deseadas enferma. Una persona activa, positiva y creativa puede vivir
una vida menos traumática y más relajada. Con una actitud positiva las
dificultades se sobrellevan mejor. El optimismo ayuda a tener salud física y
mental; tenga una actitud positiva hacia usted, su familia y sus amigos. No se
automedique. Es importante la consulta médica.
No hay que maltratarse con pensamientos, sentimientos y
actuaciones negativos. Realice actividades sociales y deportivas que
levanten su autoestima. No malgaste su tiempo sin hacer nada, pues en soledad
también pueden hacerse muchas cosas. Empiece a utilizar su mente de manera
creativa, ocupándola en pensamientos estimulantes: escribir un diario, una
carta, leer o meditar.
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