viernes, 7 de abril de 2017

INSEGURIDAD VIAL



Cada 57 minutos un incidente vial deja un muerto o un herido en la Ciudad. No se logra bajar la cifra de siniestralidad. Algunos causales de accidentes son la distracción del teléfono celular, el exceso de velocidad, la falta de respeto por la prioridad  peatonal o de paso, el alcohol y las drogas. Y 18 muertos cada 100.000 habitantes, según la ONG Luchemos por la Vida. Los peores días son viernes y sábados y vísperas de feriados.
La cantidad de siniestros no desciende porque faltan controles, sanciones adecuadas y planificación para enfrentar el problema. Habría que enfrentarlos desde la educación, el control, la concientización, la infraestructura vial, la sanción y una legislación adecuada.
Según la Defensoría, en 2015 el 44% de los muertos fueron motociclistas, el 37,8% peatones, el 8,9% automovilistas y el 4,4% ciclistas. El crecimiento del uso de la moto es una de las causas para que la siniestralidad no baje. Muchos de ellos no usan cascos y hay mucha laxitud a la hora de las licencias.
La Argentina tiene 500.000 kilómetros de ruta; 38.000 de rutas nacionales; 180.000, provinciales, y el resto, comunales o municipales. Sólo 3200 kilómetros son de autopistas, y el 40% está en la provincia de San Luis. Esto explica, en parte, otra de las estadísticas trágicas de nuestro país: el 44% de los accidentes mortales son por choques frontales en rutas.
Las peores estadísticas están en el interior del país. El gobierno controla la ruta 2 y dice que intensifica los controles viales. En los pueblos hay un muerto por día en moto, pero eso no se releva. Sólo el 25% de la población que anda en moto usa casco.
En Argentina no hay una ley que exija la educación en seguridad vial en los colegios primarios y secundarios. Grandes potencias del mundo, como Alemania y Estados Unidos, garantizan la formación en esta materia en las escuelas y son conscientes de la importancia que tiene educar en seguridad vial desde la primera infancia.
El argentino considera el accidente de tránsito un hecho fortuito. No tiene percepción del riesgo y por eso atribuye la posibilidad de un siniestro al azar, la suerte o el destino. La gente tiene una cultura de ´A mi no me va a pasar nada´ y si le pasó le echan la culpa al destino. Esta falta cultural va a cambiar con un programa de educación vial de la sociedad. Esto va a servir para las futuras generaciones. Al adulto hay que ponerle controles y sanciones.
Algunas recomendaciones: el uso permanente y obligatorio en motos y bicis; el uso permanente y generalizado de los cinturones de seguridad y sistemas de retención infantil en los demás vehículos automotores; el cumplimiento permanente y generalizado de los límites de velocidad; el otorgamiento de la prioridad a los peatones; y el mejoramiento de la infraestructura vial para la seguridad vial de todos los usuarios de la vía pública, en especial, los más vulnerables: niños, peatones, ciclistas y motociclistas.
Mejorar la infraestructura, controles eficaces, educación y cambios de conducta resultan fundamentales si se quiere reducir el alto número de víctimas en accidentes que tiene el país. La ausencia de transparencia de los números que informa la Agencia de Seguridad Vial es un punto neurálgico para comprender la problemática y pensar en posibles políticas que permitan reducir las estadísticas. Tenemos que concientizarnos y saber que todos tenemos obligaciones y respetar al prójimo.

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