domingo, 15 de septiembre de 2013

EL ESTRES



Estrés implica la carga máxima soportable. Para ello el cuerpo humano dispone de recursos para responder a toda situación de exigencia, de peligro o de presiones inevitables que impone la lucha cotidiana.
Ocho de cada diez argentinos padecen estrés. Algunos motivos son: a amenaza constante de perder el empleo, la carga excesiva de trabajo, un ritmo de trabajo elevado, realización de tareas monótonas, falta de autonomía y falta de apoyo de los compañeros.
Las mujeres son las que más lo padecen, ya que cuatro de cada diez dicen sentirse estresadas cotidianamente, frente a dos de cada diez hombres. La mujer hoy es madre, esposa, amante, trabaja adentro de su casa, afuera. Es más vulnerable a que esto le suceda. Por eso muchas tienen infartos, arritmias, accidentes cerebrovasculares, angina de pecho, hipertensión arterial.
Existen dos tipos de estrés: uno que es agudo, rápido y de corta duración que es el que permite adaptarnos y superar los inconvenientes diarios. El otro es crónico, continuo, prolongado, persistente y no da tregua. Este ultimo es el que enferma ya que produce síntomas emocionales (angustia, ansiedad, miedos persistentes, irritabilidad, falta de deseos, incapacidad para encarar proyectos) o síntomas físicos (dolor de cuerpo y de cabeza, acidez de estomago, molestias intestinales, nauseas, mareos, palpitaciones, cansancio, trastorno del sueño, cambios menstruales).
El estrés agudo es una respuesta necesaria y saludable del organismo; el estrés crónico es nocivo y produce diversos malestares o enfermedades. Sus consecuencias se acumulan en el organismo.
El estrés primero le avisa al cuerpo que algo no está bien; después le susurra y por último le grita.
El estrés prolongado puede ocasionar que el cerebro se achique, se encoja o que envejezca de manera prematura.
El cuerpo humano tiene recursos para responder a situaciones de exigencia externas de peligro o a las presiones que nos impone la vida diaria en forma aguda. Estamos alertas y las glándulas adrenales con sus hormonas nos preparan para enfrentar esta situación, sea un examen, un hecho traumático puntual, un peligro o una situación emocionante. Este estrés llamado agudo puede ser estimulante y placentero en muchas ocasiones y gracias a esta adaptación de nuestras hormonas el individuo logra resolver y salir delante de la situación conflictiva.
La vida diaria, las exigencias permanentes, el caos con el que se vive, el transito, las discusiones, las dificultades personales y laborales imponen a nuestras glándulas un funcionamiento permanente que provoca un fuerte impacto en el metabolismo. A medio plazo, este estado de alerta sostenido desgasta las reservas del organismo y puede producir diversas patologías y malestares.
Entre las disfunciones que acarrea el estrés crónico se encuentran: alteraciones en el sueño (pesadillas, insomnio o exceso de sueño); la presión arterial, el azúcar y el colesterol están por encima de los niveles normales; pérdida de la memoria; el colon se irrita y los dolores abdominales son frecuentes; contracturas musculares; migraña; bajas defensas; cambios de animo; irritabilidad; depresión; aleación en la alimentación y citaciones adictivas.
Ideas para combatir el estrés: buscar hábitos saludables (estar al aire libre, practicar algún deporte, comer sano), descansar, buscar el soporte familiar y de amigos, organizar las tareas para evitar desbordes, aprender a relajarse, realizar actividades recreativas (salidas, un hobbie, etc.). Se trata de proponerse pequeños cambios que a veces parecen imposibles pero que pueden ser nuestras metas a seguir para lo que queda del año. Si es necesario, consultar al medico.

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