domingo, 12 de junio de 2011

VIOLENCIA CONYUGAL

Empieza de a poco: gritos, palabras que hieren, amenazas, romper un objeto hacia uno, no querer que uno haga cosas, controlar al otro. Inseguridad, predisposición a la humillación, desvalorización, son algunos de los sintomas que sufre una persona en su futuro, cuando vivió este tipo de violencia familiar, peleas o maltrato familiar en su niñez. El maltrato implica un desvalor de la persona afectada, ser considerada “menos” por la agresora y pasible de un castigo.
Uno esta temeroso, paralizado y sin capacidad de resolver conflictos, quedando a merced de agresores peligrosos en muchos casos, justificando las discusiones, las peleas, el maltrato y la violencia.
Generalmente, la mas afectada es la mujer, aunque hay casos en los que el hombre es el maltratado. La violencia femenina crea una tensión en la pareja que suele ser el mar de fondo para la descarga de agresión física por parte del varón. Lo desfavorable es que la violencia física del hombre es descontrolada. Según datos de la Corte Suprema, en las comisarías bonaerenses se registran hasta 500 casos mensuales.
El saber que nos aman nos da seguridad, confianza, tranquilidad, refuerza nuestra autoestima, nos da cohesión interna, etc. Pero cuando ese amor se torna imprescindible para vivir nos convertimos en dependientes (de: el o ella), nos ponemos cargosos, controladores, se refuerzan nuestras inseguridades.
Hay muchos casos de celosos que golpean a sus señoras por el prejuicio de que les fueron infieles. La mayoría de las agresiones físicas de ellos está motivada ante la impotencia de contrarrestar la violencia psicológica de su conyugue, por no poder manejar las sutilezas verbales de ella, o por desacuerdos económicos ante separaciones. Sin embargo, ante el juzgado nada de estos motivos son tenidos en cuenta, se juzga el efecto, la agresión física, las marcas, lo golpes, las heridas.
Ante la realidad muchas de las que sufen los golpes ocultan su condición ante la gente mintiendo sobre sus marcas visibles y atribuyendo a los mismos a caídas o accidentes. La que es golpeada no es una mujer común. La mujer común puede tolerar un primer golpe, pero ante la reiteración por terror huye del hombre golpeador.
La mayoría de los maltratos no se denuncian, o se ocultan para que no salgan a la luz a causa de las amenazas del agresor y el miedo profundo del agredido, o por la vergüenza a ser juzgados por otros, ya que en muchos casos el agredido hasta se siente culpable y merecedor de la violencia, el maltrato familiar o el maltrato por parte de la pareja.
La violencia es un fenómeno emocional. El golpe pasa, pero la experiencia emocional de la humillación, la interiorización, y el terror queda para siempre. Luego, provoca una cadena sin fin de sufrimientos, porque el dia en la clase media, hay un grado muy intenso de violencia familiar, por ejemplo cuando no alcanza el dinero, cuando hay asimetrías en los ingresos, sobre todo en favor de la mujer, y porque se verifican desde hace un tiempo fuertes desequilibrios emocionales, tanto en hombres como en mujeres
Es estar en un laberinto sin salida: eso es lo que una siente. Cuando las manipulaciones psicológicas generen como respuesta la agresión física hay que realizar las denuncias correspondientes y buscar apoyo terapéutico. Chicas: hay instituciones para la mujer, centros de ayuda; vayamos a un hospital, a un abogado. Vayamos ahí que siempre nos van a dar una mano. El Gobierno de la Ciudad tiene una línea gratuita: 0800-666-8537; también esta la Asociación Argentina de Prevención de la Violencia Familiar (4953-1268), donde consideran válido su testimonio, ratificado ante la Justicia.
Ante el hecho de violencia, la Justicia deriva a los involucrados a tratamientos que no se cumplen o no dan resultado, porque la agresión, tarde o temprano, se repite. Lo  que nunca hay que hacer es callar.

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