Diciembre.
Otra vez las fiestas. Otro año que se va. Que rápido sucede todo: se va un año
en el que hubo alegrías, tristezas, llanto, emociones, personas que se
agregaron a mi círculo de vida, momentos para recordar y otros para olvidar.
Período de
balances, de reflexión y de proyectar. Reuniones familiares. Brindis. Regalos.
Saludos. Festejos. Encuentros. Reencuentros. Despedidas. Un año en el que reino
el aprendizaje y valorar a los que tenemos. El tiempo y el día a día demuestran
quien va a seguir en mi vida y quien no.
Amistades
que se suman y otras que se alejan. Gente nueva y otras que son pasajeras. La
familia presente, va los indispensables, los que sabes que podes contar.
Hermosos momentos vividos juntos a todos ellos.
Nos invade
una sensación extraña: llegan las fiestas y con ellas la costumbre de
reunir a la familia, de agrupar personas que no suelen verse a lo largo del año
y de comer comidas que vaya a saber por qué solo están reservadas para las
fiestas como el vitel thone.
Las fiestas “obligan” a regular las emociones que provocan
con el fin de pasarlas lo mejor posible.
Es una época
del año que no me agrada, porque me pone triste y hay seres queridos que físicamente
no están y los extraño. Fue un año difícil, con proyectos pendientes y con
vaivenes económicos. Pequeños momentos agradables que “compilados” suman
muchos: vacaciones, cursos, amistades. Pero voy a seguir luchando por cumplir
esos proyectos y sueños que me quedaron pendientes, y agrego mas metas por
cumplir. Ni la derrota ni los fracasos me van a vencer. Aprendí que la vida es
una sola y a vivir el día a día. No hay que quedarse estancado en los fracasos
ni en lo desagradable que ha sucedido; de todo se aprende y es experiencia.
Es muy
difícil levantarse después de haber caído. Pero nada ni nadie es eterno.
Se que
cuesta seguir adelante. Pero las piedras en el camino me hicieron mas fuerte.
Disfrute de
pequeños momentos, ya que la alegría en parte es eso: salidas y charlas con
amigas, momentos familiares, cumpleaños, conversaciones telefónicas, risas espontáneas,
un nuevo amanecer, el olor a pasto recién cortado, la compañía de mi mascota, bailar
mientras que escucho mi canción preferida, el atardecer, la lectura de un
libro, la compañía diaria del mate y la radio. Este año tuve la suerte (o el
honor, mejor dicho) de haber vivido y disfrutado del Mundial en Brasil.
Argentina llego a la semifinal y eso no es algo que sucede muy seguido. Para mi
fue y es una alegría enorme porque lo disfrute y lo viví como nunca antes me
paso. Son las pequeñas cosas las que me hacen feliz. La felicidad no es eterna,
es lo cotidiano y lo pequeño.
GRACIAS a
mi familia por estar y acompañarme un año mas.
GRACIAS a
mis amistades por los consejos, las risas y los buenos momentos.
GRACIAS a
los que pasaron en mi vida, ya sea por unos días o por un periodo.
GRACIAS a
los errores porque de ellos se aprende.
GRACIAS a
los recuerdos ya que me recuerdan de donde vengo.
GRACIAS
porque de todo se aprende.
Compartir y celebrar con otros restituye a los propios
espacios de disfrute almacenados en el cerebro. Hay que enfocar nuestra energía
positiva en cosas simples.
Por eso
brindo por muchos años mas de vida, por la familia y la amistad, y el recuerdo
de los que nos están a nuestro lado. Que el 2015 sea mejor que el que se va con
amor, esperanza, sueños que cumplir, con fe y felicidad. Brindo por mas buenos
momentos, por la compañía, por mas risas, por disfrutar de los pequeños
momentos.