miércoles, 27 de julio de 2011

EL DILEMA DE LA MADRE MODRENA

La salida de la escuela, la hora del almuerzo, las tardes en las plazas, la cita con el medico: para muchas madres que trabajan estar presentes en estas situaciones cotidianas es, simplemente, imposible.
Muchas veces realizan actos extraordinarios: con pocos ingredientes la cena queda exquisita; atraviesan la ciudad con tal de ir a buscar al niño a un cumpleaños, pidiendo permiso en el trabajo; anulan compromisos, dejan cosas de lado. Pero hay otras madres que aceptan que en dos lugares a la vez no pueden estar, y que correr todo el día es contraproducente.
Hay que saber repartir los roles con el marido: por ejemplo, si uno trae a los chicos del colegio y hace con ellos la tarea, el otro se encarga de la comida y las compras. A una le lleva tiempo hacerle entender al marido que si los dos trabajan, hay que repartir las tareas, ya que es una sociedad machista y que en líneas generales el hombre no esta acostumbrado a los quehaceres de la casa.
Aunque hace décadas que la mujer trabaja fuera de la casa, la sociedad y la manera en la que se piensa la idea del hogar no ha cambiado demasiado. La división de tareas con el marido, el vinculo con los hijos y la propia mirada en relación al deber ser son aspectos problemáticos.
A veces el fantasma de lo abandonico y de lo insensible golpea a la subjetividad de las mujeres. Muchas veces el hecho de que la mujer trabaje no es valorada por el hombre como un aporte a la economía familiar. Las que tienen poca o nula actividad de ama de casa son estigmatizadas como poco femeninas o duras.
Lo importante es la confianza en quien cuide a los niños –ya sea abuela, cuidadora o guardería-.
Muchas mujeres admiten que por mas a gusto que se sientan con su profesión y/o trabajo, la culpa por dejar el hogar durante el día o no poder ocuparse de temas como la comida, la tarea o las horas que los chicos pasan delante de la pantalla, siempre esta. Culpa por estar afuera, frustración por quedarse. Se trata en gran parte de una encrucijada: la mirada de la sociedad pareciera juzgar tanto a la mujer que se dedica exclusivamente al cuidado de los niños y no se desarrolla fuera del ámbito domestico, como a la otra, la que trabajar y se ocupa de los hijos y del hogar. Se las valoriza y desvaloriza al mismo tiempo por ambas elecciones.
Chicas: no se sientan mal ni frustradas; hay que comprender que no se puede hacer todo. No nos sintamos de esa manera por no estar más tiempo con nuestros hijos, los pequeños actos cotidianos hacen que todo sea grandioso. Busquemos la manera de cuidar el espacio familiar y entender que ausencia y presencia no son sustantivos que dependen únicamente de la presencia física del otro, sino de los cuidados, de la atención y del amor se sepan transmitir.

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